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Mes: abril 2013

Rotor motorizado para fotografía

Rotor motorizado para fotografía

Hace poco más de dos años, mientras procesaba una panorámica nocturna, tuve una idea bastante particular (que no les voy a contar porque todavía no logré hacerla). La idea es simple, pero no tenía idea de cómo llevarla a cabo. La tuve en la cabeza, dando vueltas ocasionalmente, hasta que concluí que debería ser controlado por una computadora. Estaba leyendo sobre los controladores Arduino y pensé que podría solucionarlo por ese lado.

Compré en DealExtreme un par de Arduino Nano, que en su momento eran los más pequeños, y me puse a experimentar con la programación y control de luces y motores. Para los que les gusta el DIY electrónico, los Arduino son el invento más entretenido de los últimos años. Con una programación muy simple se puede hacer de todo, y eso me resolvió mi gran negación a los PIC que siempre los vi como muy complicados de implementar.

Para el hardware recurrí a las impresoras, que suelen tener varios motores, ejes y engranajes para aprovechar. Desarmé unas cuantas hasta encontrar una Epson que tenía una estructura ideal. Una placa de acero unía el motor principal, los engranajes y los ejes. Recorté la placa y uno de los ejes para reducir el conjunto a lo mínimo necesario. Para la base del rotor elegí la caja de aluminio de un carry disk que no usaba. Con esto tenía la base del dispositivo que buscaba y volví al Arduino para empezar a programar el control del motor, lo que logré bastante rápido.

Fue recién ahí, cuando vi que tenía los elementos para lograr el rotor, que pensé en qué era lo que quería. La idea original era un rotor motorizado para mover la cámara de manera controlada durante sesiones de timelapse. Nada del otro mundo, es algo que existe comercialmente desde hace tiempo. Pero en base a mis intenciones tenía algunos requisitos que cumplir:

– Debía ser compacto y pesar menos de un 1 Kg ya que lo cargaría en la mochila.
– Debía ser capaz de soportar la reflex con el brazo panorámico, un conjunto que ronda los 2 Kg de peso.
– Debía ser simple de manipular y poder accionarlo con guantes.
– Debía funcionar con pilas.

Considerando que desde que corté el primer aluminio hasta que lo terminé pasaron 6 meses, en más de un momento pensé que tendría que haber apuntado más bajo en los requerimientos. La primer caja la armé con perfiles de aluminio y media caja de una fuente de PC, que corté y doblé pero que nunca me convenció la integridad estructural. La segunda caja la armé con más perfiles de aluminio y con media caja de una diskettera de 3.5″, que me quedó más pequeña y mucho más sólida. Todo el peso y tensiones recaen en dos rulemanes asentados en camas plásticas que torneé con Dremmel y que atornillé a la caja metálica. De esta manera el motor y los engranajes solo se encargan de girar el eje.

El primer eje era en dos partes, abajo el eje original de la impresora y arriba un bulón recortado para atornillarle un cabezal de trípode. Como esto no era muy estable fui a un tornero que me armó un eje más largo con la rosca incorporada, lo que debí hacer desde un principio. Gracias a esto el rotor soporta tranquilamente los 2 Kg desbalanceados de la cámara y el soporte panorámico.

La parte de control se hace por software, programando el Arduino. Mientras escribía el código se me fueron ocurriendo aplicaciones extras para el rotor. Originalmente solo tenía que girar y disparar, pero fui sumando distintas opciones para hacer panorámicas diurnas y nocturas, timelapses diurnos y nocturnos y a distintas velocidades de giro. Incluso programé un modo para que el rotor gire siguiendo el cielo, algo que será interesante de probar.

Todo esto implicó armar un panel de control con interruptores y luces en un diseño muy retro. Como era probable que hiciera frío y tuviera puesto mis guantes, hice todo bien separado para evitar problemas. La pieza más rara es un contador mecánico-digital que le saqué a una impresora Apple de la década de 1980 (supongo que se trataba de un identificador SCSI).

Todo el conjunto funciona a 5V que ingresan por el Arduino y alimentan el controlador de potencia para el que elegí un L293, un integrado simple y que funciona muy bien mientras no levante demasiada temperatura. El motor funciona originalmente con 12V, pero requieren de un controlador de potencia más grande y mayor batería y la única ventaja es un mayor torque. Pero con los 5V cumple con la torsión necesaria así que lo dejé para que funcione con USB o bien con 4 pilas AA recargables en un pack separado.

Cuando terminé de integrar todo y cerrar la caja la puse en una balanza y dio 600 gramos de peso, pilas incluidas. Con todos los requisitos cumplidos, ahora resta salir a probarla.

De Colonia Suiza a Pampa Linda – Cuarta parte

De Colonia Suiza a Pampa Linda – Cuarta parte

El último día de la travesía fue un verdadero disfrute, pese a que amaneció todo escarchado por la helada. La laguna Ilon es un pequeño pedazo de paraíso, en especial si no hay nadie más acampando. Tras desayunar fuimos a la Mirada del Doctor, un sendero bien marcado que rodea la laguna, desciende y cruza el arroyo De la Marca y termina en un promontorio rocoso que, cuenta la historia, era un lugar predilecto del doctor Jakob. Se tarda una hora en llegar y sí, es uno de los lugares más espectaculares, por lejos, que tiene el Parque Nacional Nahuel Huapi. Pese a que estaba brumoso la vista era increíble. Y más cuando apareció una familia de cóndores a visitarnos.

El último tramo de la travesía va desde la laguna Ilon hasta Pampa Linda, por un sendero que recorre una hora bordeando y atravesando mallines y otra hora en prácticamente una caída libre similar al descenso del Bailey Willis al arroyo La Chata. El último punto es vadear el río Alerce que, dependiendo de la época y el clima, puede ser un torrente bastante profundo y peligroso o, como en esta ocasión, una corriente tranquila que no llegaba a la rodilla.

De Colonia Suiza a Pampa Linda – Tercera parte

De Colonia Suiza a Pampa Linda – Tercera parte

Después de dos días cansadores, la exigencia fue declinando. El tercer día fue de un solo filo, que es un alivio al ritmo que veníamos llevando. Se sube al cerro Capitán por un largo y suave declive rocoso hasta llegar a un filo ancho y redondo que tiene una vista espectacular el Tronador y los alrededores del lago Frey. De ahí se baja al Mallin de Ricardo y luego a la laguna Ilon (originalmente La Carne), lugar paradisíaco donde pasamos la tercer noche. La jornada se hace en cuatro horas a un ritmo tranquilo pero sin paradas.