Navegando por
Día: 16 de marzo de 2007

Rehacer la Fiesta de la Nieve

Rehacer la Fiesta de la Nieve

El otro día salió la noticia de que trataron en comisión el proyecto de ordenanza presentado por el concejal Hugo Cejas para reformular la comisión encargada de llevar a buen término nuestra ya devaluada Fiesta Nacional de la Nieve. ¿Por qué devaluada? Porque seamos sinceros, ya le importa a pocos, van menos a la fiesta y nuestros vecinos nos están sobrepasando con fiestas populares que dan envidia. ¿Y qué nos pasó? Yo creo que se combinaron varios factores entre los que incluyo la inmigración de los últimos años. Pero ojo, no estoy haciendo la estúpida polarización NYC-noNYC, sino un simple juego estadístico.

Cuando arrancó la Fiesta éste era un pueblo de unos 24 mil habitantes. La Fiesta surgió como una celebración popular de un segmento importante de la población que vivía de la nieve. No olvidemos que aún hoy Bariloche se lo tiene más como un lugar invernal que de turismo total, por más que vengan más visitantes en verano que en invierno. Esta fiesta popular tuvo un importante protagonista en las décadas del 70 y 80, decayendo en los 90s. No voy a caer en el facilismo de decir que la Argentina menemista nos arruinó, porque no creo que haya sido tan así. Claro que nos afectó la recesión, pero nos culpo primero a nosotros que no supimos adaptarnos a los cambios. El pueblo pasó a ser una ciudad en unas décadas y los nuevos habitantes diluyeron la proporción de gente que vivía del invierno. Para que algo sea considerado «popular» tiene que incluir un buen porcentaje de la población. Un evento que sume 2 mil personas en un pueblo de 20 mil se puede considerar estadísticamente más popular que otro que sume 5 mil en una ciudad de 100 mil habitantes. Bariloche es una ciudad donde la Fiesta de la Nieve dejó de ser popular, entre otras cosas. En los últimos años (y por ‘últimos’ hablo de 10 a 15) los eventos pasaron a molestar a más gente de la que interesa, o resultar indiferentes a más gente de la que interesa. De nada sirve un show para 8000 personas (lo único que aún funciona) si el concurso de barman o de tortas no van más de 200 personas. Así no es una fiesta popular, son mas bien eventos aislados.

Cuando era chico recordaba que la fiesta implicaban muchas cosas. Claro, nunca asistí al concurso de tortas, de barman o desfile del pullover porque siempre se hicieron en hoteles donde la capacidad es más que limitada. Pero sí recuerdo la calle Mitre peatonal con stands de las colectividades sirviendo comida. O los fuegos artificiales que cerraban un día de carrera de mozos (ya extinto), concurso de hacheros (que se hace cualquier día), desfile, retreta del desierto (¿alguien recuerda eso?), eventual desfile náutico y, por fin, los fuegos artificiales con su siempre impactante batería de cierre. ¿Qué pasó con todo esto? Hoy los stands son imposibles porque cerrar la Mitre lo impiden por todos lados, los shows en el Centro Cívico ocasionan un desequilibrio en el ya saturado tránsito del centro y los eventos parecen islas dispersas en un océano tempestuoso.

Hay que empezar por cambiar el paradigma. Por eso creo tenemos que replantearnos la Fiesta desde un principio. Para hacerla popular tiene que ser accesible para el público, nada de boliches bailables ni hoteles. Tiene que ser en un espacio amplio que permita un movimiento de 10 mil personas y que no implique parar la ciudad. ¿Cómo se hace eso? Haciendo la Fiesta en un predio fuera del centro. Y no, no hablo de hacerlo en Catedral porque ya sabemos lo que pasa cuando las cosas se hacen en Catedral. El tráfico lo hace imposible y además necesitamos que el centro de esquí esté funcionando. No, es mejor hacerlo en un descampado, en lo posible cerca de Virgen de las Nieves por estar relativamente cerca del centro, tener líneas de transporte urbano, lugar plano, sin árboles y con el paisaje de fondo que, a fin de cuentas, es lo que vende. Para tener una idea de escalas, el descampado que hizo una vez el Club Pehuenes tiene unas 4 hectáreas, contra las 0,3 hectáreas de la plaza del Centro Cívico (calles incluidas), 2 hectáreas del velódromo (en toda su extensión, incluyendo las pendientes imposibles, 0,1 del Gimnasio Municipal 1 y 0.16 del gimnasio Pedro Estremador.

En un predio como el de Pehuenes se puede montar un gran escenario para que no solo se haga el show central sino que se convierta en un verdadero festival de música. Y no hablo de solo bandas consagradas. No, que vayan todos: folkloristas, rockeros, reggae, colectividades, todos. A fin de cuentas queremos que sea popular (y voy a lamentar decir esto, pero incluso cumbia y cuarteto). En un predio así que se monten stands donde las colectividades puedan vender comidas y bebidas como lo hacen en la Fiesta de las Colectividades (que, admitámoslo, viene siendo la última fiesta popular que nos queda), y donde además se puedan armar carpas para los concursos de barman, de tortas y de pulloveres, y así sacar estos eventos al ruedo popular. Que también se haga el concurso de hacheros ahí y bien se pueden inventar algunos más para sumar. Algo así tendría que funcionar todo el día, de manera de que uno siempre tenga la posibilidad de pasar y disfrutar de un buen rato, como toda fiesta debe ser. Sino vamos a terminar como los Oscar: una elección de reina correcta en su realización, pero aburrida y condenada a la indiferencia.

Ruta suicida

Ruta suicida

La avenida Bustillo, también ruta nacional 237, es una arteria transitada cuya infraestructura no cambió en los últimos 27 años (los que mi memoria recuerda) más allá de tener una mejor iluminación y un solo derivador de tránsito en un cruce de tráfico medio. En mi niñez la iluminación era por luces blancas y hasta el kilómetro 4. Desde ahí hasta Llao LLao era la noche oscura. Desde 1980 hasta ahora se cambiaron las luces por las naranjas (que emiten más luz con menos consumo eléctrico), se iluminó hasta Llao Llao y se construyó el derivador de la calle Lagos del Sur, en el kilómetro 3. La ciudad duplicó la población y la cantidad de autos, pero no se hizo ninguna obra más.

El pasado lunes 5 de Marzo tuvimos un violento accidente con una persona fallecida y dos más en estado grave. Hace un mes y medio un ciclista falleció y así podemos seguir retrocediendo y contando muertos. En casi todos los casos la culpa la tiene algún automóvil yendo a gran velocidad, pero en una gran cantidad de casos se combinan maniobras sorpresivas de gente que iba despacio o malas reacciones ante eventos inesperados como que se caiga una rueda de la calzada. La infraestructura está en un estado deficitario y hace falta ponerse al día de manera urgente.

De soluciones podemos hablar largo y tendido. Sí, sería ideal una avenida tipo boulevard con el estilo de la 12 de Octubre como una vez se planteó, pero el costo de algo así es ilusorio. Lo mismo que la idea de convertirla en una avenida de cuatro carriles cuando en algunos tramos solo hay espacio para los dos carriles actuales y un poco de banquinas. Las propiedades privadas han avanzado sobre la ruta de manera desigual y es así que en algunos tramos tenemos anchos de 50 metros (Km 13) y en otros apenas 12 metros (Km 1.5). Soluciones hay varias, pero para empezar por hacer algo, de una buena vez, habría que pavimentar las banquinas y hacer derivadores y rotondas donde se necesite y donde se pueda hacer.

Banquinas: pavimentando las banquinas con una sola capa de asfalto se puede mejorar sensiblemente la estética, la funcionalidad y en especial la seguridad de la ruta. Con una sola capa, de menor costo, tendremos espacio para que peatones y ciclistas puedan transitar sin aquejar piedras y pozos. Se evitaría además del brusco escalón que hay en muchas partes del camino, la erosión de este borde y el acceso de piedras a la calzada. Las piedras cuando son mordidas por las ruedas resultan en un verdadero peligro para las personas. La combinación de agua y piedras son altamente erosivas del pavimento y es una de las causas por las que dura tan poco tiempo.

Calzada: en los lugares más anchos sería una buena idea hacer un tercer carril al centro, como existe en muchas rutas europeas. Los carriles habituales se encuentran separados por un espacio libre central del ancho de un auto. Este espacio permite el sobrepaso de autos más lentos o, mejor aún, la posibilidad de detenerse en el centro de la calzada para cruzar a la izquierda, simulando un derivador. Hay que aclarar de antemano para qué se va a usar este espacio no vaya a ser que un auto que esté sobrepasando a otro se encuentre con uno detenido para cruzar.

Rotondas: las rotondas son más prácticas que los derivadores porque permiten un flujo más continuo del tránsito. Pero en la Bustillo no hay mucho espacio para rotondas salvo en el cruce del Km 9, en el desvío a Catedral. De hecho en la última repavimentación de la ruta se pavimentó un largo tramo de la calzada que desde entonces espera al menos a un derivador.

Derivadores: estos no debería faltar en ningún cruce transitado. Es una vergüenza que el único que está sea el de Lagos del Sur, un desvío que no tiene la carga de Boock, Furman o Nilpi (y ni hablemos de Catedral). En estas avenidas de alto tránsito deberían hacerse YA, AHORA MISMO, y no seguir postergando estas maniobras. Claro, en el acceso a Boock hay una bajada de autos a una casa particular y prácticamente no hay espacio para maniobrar, pero no es así en los otros accesos. Mientras negociamos Boock, que se hagan los otros.

Entradas a las calles: deberían pavimentar al menos los primeros 10 metros de cada calle que entra, cosa que entrar o salir de esas calles no sea una maniobra peligrosa por el escalón que hay que sortear al subir o bajar de la calzada. Una causa de disgusto y maniobras violentas es cuando un coche se tiene que prácticamente detener sobre la calzada para bajar esos 5 a 10 centímetros y encarar una calle llena de pozos. Y para acceder a la ruta que hay que subir esos 5 o 10 centíemtros acelerando sobre la tierra y el barro, erosionando la calle y llenando de piedras a todo lo que se encuentre detrás.

Señalización: hay que sacar todos los carteles menos los de «Mínima 40 – Máxima 60» y poner todos de nuevo, empezando por hacer una señalización clara de los kilómetros, los accesos a los barrios y las distancias (tipo «Melipal por Boock a 100 metros»). No olvidemos que es una ruta muy transitada por turistas que no conocen la ciudad. Y algo que es fundamental y es tener correctamente pintada la calzada, nada de andar adivinando las líneas blancas y amarillas. Si hace falta que se pinte una o dos veces por año. Que sea parte del presupuesto anual de Viarse o la Municipalidad.

Esta lista de sugerencias no va a solucionar los problemas de la ruta ni evitará todos los accidentes, pero al menos nos hará menos problemático el tránsito a los locales y los turistas y podremos dedicarnos más a hacer cumplir las leyes y respetar las normas.